
¿En cuántas entrevistas de trabajo has preguntado o te han preguntado?: “¿Cuál fue el momento más difícil de tu carrera profesional y qué aprendiste de ello?”
¿Cuántas veces has pensado o has oído a alguien decir “yo hoy no sería la persona que soy sin la experiencia de aquel momento tan difícil que atravesé”?
La crisis actual del coronavirus nos permite distinguir con más claridad algunos recursos en el liderazgo de personas y en nuestro propio autoliderazgo que son realmente importantes para gestionar crisis y situaciones de cambio bajo presión. Esto lo podemos descubrir en los ejemplos más cotidianos de la convivencia familiar durante este confinamiento.
Tres recursos clave de Liderazgo aprendidos de la crisis del Coronavirus
En los próximos meses se van a poner a prueba nuestras mejores capacidades para salir de la situación actual. Me detengo a reflexionar sobre tres de estos aprendizajes que podremos extrapolar a nuestro propio estilo de liderazgo en las organizaciones.
Autoliderazgo
En primer lugar, con motivo de la pandemia, todos somos muy conscientes de que tenemos que protegernos y cuidarnos para así cuidar y proteger de los contagios a los demás. Este pensamiento de empezar por nosotros mismos, aun siendo muy necesario, no siempre ha estado presente en nuestro día a día profesional.
Para alguien que quiere poder ejercer su liderazgo de forma sostenida y bajo situaciones de mucho stress sostenido es indispensable autoresponsabilizarse de su autocuidado físico y emocional.
El autoliderazgo consiste también en elegir conscientemente qué pensamientos y actividades escogemos o permitimos que ocupen nuestro tiempo y energías disponibles. Esto contribuye a construir nuestro mejor estado interno y así poder estar al servicio de los demás ofreciéndoles apoyo y dirección.
Calidad de las relaciones humanas
En segundo lugar, los que en estos días convivimos intensamente con nuestras familias, o nos comunicamos con ellas en la distancia, sabemos lo importante que es cuidar de cómo influimos en nuestros seres queridos y en sus estados de ánimo y positividad. El cuidado de las relaciones se ha convertido en algo indispensable. No solo es relevante qué les decimos y qué actividades les proponemos durante el aislamiento, sino también cómo lo hacemos, la forma en la que interactuamos con ellos. Esa sonrisa y voz amable que procuramos que nos salga, esa paciencia que conscientemente alimentamos, esos componentes lúdicos y de buen humor orientados a cuidar y preservar la buena relación; son totalmente necesarios cuando pasamos tantas horas seguidas juntos en un ambiente incierto y extraño para todos.
¿Y acaso no pasamos también muchísimo tiempo con nuestros colaboradores y compañeros en la empresa, en entornos a veces muy inciertos? ¿No se merecen esas situaciones el mismo nivel de cuidado y atención? Uno de los mantras que a mí personalmente me ayudó en momentos de gran cambio y desarrollo profesional como líder de equipos fue: “La relación es lo primero”. La razón de ser de nuestras organizaciones es poder conseguir objetivos mucho más grandes de los que individualmente podemos alcanzar, gracias a la colaboración de muchos individuos. Incluso buscamos que el resultado de la colaboración sea más que la suma de las partes. Sin embargo, en demasiadas ocasiones me encuentro (yo personalmente también lo experimenté en alguna etapa personal) con líderes mucho más enfocados a las tareas que a las personas que las realizan, a su relación con ellos y la de ellos entre sí como equipo.
La calidad de las relaciones humanas y las relaciones inter-departamentales son el motor de la eficacia de nuestros equipos y organizaciones, especialmente para gestionar crisis o momentos de mucho cambio y tensión.
Visualización de objetivos
En tercer lugar, estamos escuchando por doquier visualizaciones de la futura etapa de recuperación, de cuando todo esto ya esté pasado. Se lo oímos a nuestros líderes políticos y del gobierno, a líderes espirituales y religiosos, a pensadores y a multitud de personas con sus reflexiones en las redes sociales. Nosotros mismos hacemos planes con nuestros hijos o seres queridos para cuando termine el confinamiento, trayendo un rayo luminoso de esperanza e ilusión que contrasta con la gravedad de la situación presente. Esto el arte de la visualización de objetivos. Siempre formulados en positivo, siempre como algo que no ha ocurrido aún pero que ya vemos y escuchamos como si estuviese ocurriendo en nuestras mentes.
Una de las funciones del líder es dibujar y componer esos escenarios futuros para que los demás, y él (ella) mismo, puedan empezar a paladearlos, a tocarlos con la mano, a disfrutar anticipadamente de los beneficios que están por venir. El tener clara esta visión es clave para gestionar la crisis y acelerar el cambio. Aumenta la resiliencia de los equipos durante los momentos difíciles y facilita que las personas desplieguen su máxima energía durante el trayecto hasta alcanzar el objetivo.
Una recomendación a este respecto: Siempre formula tu visión en “positivo”, es decir, visualiza lo que ocurrirá, no visualices lo que no ocurrirá. Tiene un impacto muy diferente cuando le dices a tus hijos “Iremos a la playa y nos bañaremos y jugaremos y disfrutaremos”, en vez de “y ya no tendremos que estar en casa sin poder salir y desaparecerán todas estas dificultades que tenemos ahora”, ¿verdad?. El cerebro de los seres humanos sigue procesando la información igual y los mecanismos de motivación siguen siendo los mismos sin importar la edad que tengamos.
Durante los próximos meses seguirá habiendo grandes cambios. Cuando regresemos del aislamiento social y volvamos a nuestra actividad profesional presencial, nos espera un escenario diferente al que había antes de la pandemia del COVID-19. En ese momento podremos aplicar todos estos aprendizajes para la construcción de un nuevo futuro. Un futuro que estaba sin imaginar, un libro del cuál ni siquiera habíamos pensado aún el prólogo. La gran oportunidad que esta crisis nos trae es la posibilidad de elegir mucho más conscientemente cómo queremos visualizarnos a nosotros mismos, a nuestros equipos y a nuestros negocios, cuando todo esto deje de ser actualidad y se convierta en experiencia.
Tantas veces hemos enfrentado grandes resistencias cuando hemos querido incorporar cambios y mejoras en nuestras organizaciones. Ahora se abre una gran ventana de oportunidad para cambiar cosas que antes de la crisis no eran posibles.
Os deseo salud, consciencia y actitud de servicio en nuestro liderazgo.
Javier Canal Rojo
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